19 febrero 2009

El tercer hombre

Muchas han sido las películas que han retratado Austria, desde la empalagosísima ristra austriaca de Sissi que catapultó a Romy Schneider al aún más empalagoso musical hollywoodiense The sound of music -traducida al español sin sonrojo alguno como Sonrisas y lágrimas-, pero creo que ha quedado inscrita en letras de oro en los anales del Cine (así, con mayúscula). Me estoy refiriendo a la adaptación que hizo Carol Reed en 1949 de la novela negra de Graham Greene El tercer hombre, uno de los clásicos del cine negro. En ella se retrata una Viena postbélica, dividida en zonas de ocupación rusa, francesa, americana e inglesa, y donde las miserias de un país derrotado afloran, y entre ellas el estraperlo de penicilina. Todo ello acompañado por una banda sonora impecable del vienés Anton Karas que sumerge, aún más si cabe, en la atmósfera de sordidez de las cloacas de la sociedad. Literalmente.

Joseph Cotten interpreta a un Holly Martins menos antihéroe que su sosias Rollo de la novela, Orson Welles representa un Harry Lime soberbio. El coronel Calloway, personaje principal de la novela, se le degrada no solo en el escalafón militar, a mayor, sino en la historia, donde pasa a ser un secundario. Aun con todo, se mantiene fiel al espíritu del la obra en que se basa, incluso más que el libro original, si se me permite. Teniendo dos finales diferentes, creo que en este caso sí, el discípulo termina superando al maestro; sin hacer de menos a Greene, cuya forma de narración a través de Callowey me gusta más. Para gustos, colores, eso sí.

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